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lunes, 30 de enero de 2012

El miedo se instala en dos calles de Benidorm por los ´ocupas delincuentes´



Turistas y residentes de las vías Bruselas y Lepanto temen ser robados por quienes se apropiaron hace años de un restaurante y de varios apartamentos


El restaurante "La Cacerola" de la calle Bruselas.

RAQUEL LÓPEZ Son gitanos rumanos que amenazan a quien les observe, que atosigan a los turistas para robarles la cartera y que disfrutan de luz y agua a costa de facturas ajenas. Son los vecinos que desde hace tres años tienen que sufrir varios hoteles, locales de hostelería y edificios residenciales de una de las calles más turísticas del Benidorm "inglés", Lepanto. Desde que se apropiaron de un bloque bajo de apartamentos hasta ahora han logrando que apenas se vea un alma en cuanto cae la noche. "Está haciendo mucho daño a los que trabajamos aquí. Restaurantes, hoteles, taxistas, bares, a todos. Estamos hartos y nadie hace nada, así venga a diario la policía", explicó ayer un trabajador que por miedo no quería que saliera publicada ni siquiera su profesión. No es el único. Otra persona detalló también desde el anonimato, el"modus operandi" que tienen para robar a los turistas y para repartirse el botín. "Las rumanas de las faldas largas o se ofrecen como prostitutas y cuando las rechazan aparece el maromo diciendo que se ha metido con su novia para forcejear y robar al turista, o les ponen las faldas encima de las sillas para robarles. Luego, se lo reparten dentro, o en la azotea de los apartamentos, y se les oye en la calle de las que montan".

Hace un mes, el Sindicato Unificado de Policía del Cuerpo Nacional de Benidorm hizo pública su demanda, al Ayuntamiento de la ciudad, de actuar en este edificio, ante la proliferación de robos, agresiones, consumo de drogas y prostitución que ha proliferado en su perímetro. Pedían que se actuara "de oficio" y "de forma inmediata", pero ayer seguían igual.
Según explicó el concejal de Urbanismo, Juan Ángel Ferrer, por ahora el Ayuntamiento también está con las manos atadas hasta que el juez decrete la orden de desalojo. "En los últimos 15 días hemos terminado de redactar, y entregar, informes técnicos sobre el estado de los apartamentos Lepanto, informes sanitarios que destacan sus problemas de insalubridad, e informes policiales, para ver si con ello conseguimos que el juez decrete antes la orden de desalojo y podamos actuar". En cuanto esto ocurra, algo que espera no se demore por mucho más tiempo, el propietario pasará a acatar las medidas ordenadas desde el Ayuntamiento para que se impida una nueva ocupación ilegal del edificio.

Como si algo intuyeran, ayer algunos "ocupas" empezaron a mudar sus bártulos. Según un trabajador de la zona, el destino es ahora otro edificio de apartamentos en la calle Montecarlo. "Les he visto ir allí, lo tendría que mirar la policía", afirmó.
Los turistas y empresarios del último tramo de la calle Lepanto no son los únicos que tienen que aguantar molestos vecinos. En la calle Bruselas, ubicada en una cuidada zona residencial del Rincón de Loix, en la montaña que sube hacia el parque de Sierra Helada, ocurre algo parecido. Allí lleva abandonado, desde hace años, un gran chalé que albergó el restaurante "La Cacerola". El lugar está lleno de suciedad y según los vecinos, también de personas problemáticas. "Desde hace siete u ocho años que lo abandonaron, esto se ha ido convirtiendo en un infierno, con suciedad, gente rara que se mete a dormir, muchos no de países del Este... muy mal. Nos hacen pasar miedo. La policía ha venido 40 veces pero ya no hace nada. Es una vergüenza tener algo así en un barrio tan bueno, nos desprestigia y no tenemos porqué aguantarlo", afirmaba ayer Josefa, vecina del edificio que pega con la parcela.

En este caso, los trámites van por otra vía. Desde 2010, según confirmó el edil de Urbanismo, hay decretada una orden de derribo del inmueble. Está pendiente de ejecución porque los propietarios, que ya han pedido la licencia de obra y tienen el proyecto listo, no han abonado el aval obligatorio para iniciarlo. Esto, para el concejal, no significa que el problema vaya a seguir alargándose, pues dice estar decidido a solucionarlo. "Si el propietario no lo hace, lo haremos subsidiariamente y luego les pasaremos lo que tengan que pagar si no actúan", dijo Ferrer.

El antiguo hogar del jubilado
El antiguo "Hogar del Jubilado" de Benidorm, edificio municipal que lleva tres años cerrado y que a comienzos de mes el Ayuntamiento tapió para evitar que fuera ocupado, el concejal de Urbanismo explicó que por ahora se ha optado por mantenerlo cerrado por "los importantes daños estructurales que tiene el edificio desde hace años, que con el tiempo han ido empeorando". A día de hoy, esos desperfectos hacen que su posible rehabilitación pudiera alcanzar un coste de unos 700.000 euros. Otra posibilidad que está sobre la mesa es su derribo, según dijo el edil, aunque de momento no hay nada decidido

martes, 24 de enero de 2012

sábado, 21 de enero de 2012

Condenado a 2 años de cárcel un ultra de Valladolid




El Juzgado de lo Penal número 3 de la capital vallisoletana ha condenado a una pena de dos años de prisión por delito de lesiones a un joven de ideología neonazi, O.P.L, por propinar a un seguidor del Athletic Club una paliza con un candado tras el partido que el Real Valladolid y el equipo vasco disputaron el 8 de febrero de 2009 en el Estadio José Zorrilla.

Aunque el fiscal solicitaba inicialmente para el acusado y un amigo de éste, E.J.G, cuatro años de prisión por un delito de lesiones, con la agravante de disfraz, un acuerdo de las partes alcanzado a última hora redujo a dos años de privación de libertad la pena finalmente impuesta al primero de los imputados, junto con la correspondiente obligación de indemnizar a su víctima por las lesiones causadas, y a doce días de localización permanente la recaída sobre el segundo coacusado como autor de sendas faltas de maltrato de obra, según informaron fuentes jurídicas.
Los hechos se produjeron sobre las 18.30 horas del 8 de febrero de 2009, cuando O.P.L. y E.J.G, ambos de 23 años y conocidos integrantes del movimiento skinhead neonazi de Valladolid, según sostiene la Brigada Provincial de Información de la Policía Nacional, se personaron en el Centro Comercial Carrefour, sito en la Avenida del Monasterio de Nuestra Señora del Prado, concretamente en el restaurante Mc Donalds, donde se encontraban dos jóvenes que llevaban puestas bufandas del Athletic de Bilbao.

Fue entonces cuando los ahora condenados, uno de ellos provisto de un un casco integral y otro de un pasamontañas, entraron en el establecimiento en el que se hallaban J.G.L. y J.B.C. y agredieron a ambos seguidores del Athletic, el primero de los cuales recibió un brutal golpe en la cabeza con un candado metálico tipo pitón, de los utilizados para asegurar las motocicletas, que le produjo una herida inciso contusa de 15 centímetros en la región occipital, un traumatismo craneoencefálico leve y distintas contusiones en el hombro y la espalda.
Las víctimas fueron expulsadas de Zorrilla por exhibir una bandera con el lema ''Euskal Presoak ETA Iheslariak Etxera''.

Los agredidos habían sido expulsados poco tiempo antes del partido que el Athletic disputaba con el Real Valladolid en el Estadio José Zorrilla, después de que un grupo de espectadores que se encontraba en la grada inferior se quejara de que aficionados del equipo bilbaíno situados en la parte de arriba les estaban lanzando distintos objetos, además de increparles y corearar gritos de ''Gora ETA'' y similares.

Ante ello, agentes de la Policía Nacional que participaban en el operativo de seguridad optaron por sacar a los dos radicales vascos de la grada y expulsarles del campo de fútbol, no sin antes denunciarles por exhibir una bandera con el lema ''Euskal Presoak ETA Iheslariak Etxera''. A raíz de dicha denuncia, la Delegación del Gobierno en Castilla y León sancionó a ambos hinchas del Athletic con multas de 3.001 euros y la prohición de acceder a cualquier recinto deportivo por un periodo de seis meses

lunes, 16 de enero de 2012

Juicio Hinchas Violentos.


Piden hasta 7 años de cárcel por una pelea entre hinchas del Betis y Sevilla
La Fiscalía ha pedido condenas de entre diez meses y siete años de cárcel para seis hinchas del Betis y del Sevilla F.C. que se enzarzaron en una pelea con bates de béisbol, cadenas y cuchillos y en la que uno de ellos resultó gravemente herido y permaneció 23 días hospitalizado.

El escrito de acusación, al que ha tenido acceso EFE, dice que la pelea ocurrió a última hora del 3 de febrero de 2009, cuando hinchas radicales del Betis, afiliados a la peña de los "Supporters", se desplazaron a la barriada sevillana de El Gordillo buscando a un grupo de "Biris" del Sevilla F.C. que en aquella época se reunían en una nave de la calle Mirto para hacer pancartas para los partidos.
Allí se originó una "pelea multitudinaria entre los dos bandos, que se enfrentaron entre sí de modo indiscriminado y confuso, utilizando para golpearse bates de béisbol, palos, cadenas pitón, cuchillos y porras", según la Fiscalía.
Los dos grupos se enzarzaron en un trifulca "con agresiones recíprocas" en la que participaron, "entre otros muchos", los seis hinchas ahora procesados.

El principal agredido, defendido por el bufete de abogados Campo y Carrasco, permaneció 23 días hospitalizado y tardó 243 días en curar, por lo que el fiscal pide que sea indemnizado en 63.510 euros, junto a las cantidades en que se tasen los daños ocasionados a su vehículo.

Según la Fiscalía, la víctima sufrió varias fracturas óseas en la órbita del ojo, pómulo, maxilar, manos y clavícula, fractura de varios dientes, lesión traumática en la retina, colgajo del cuero cabelludo y dos puñaladas en el muslo.
Como secuelas, perdió cuatro piezas dentales y ha quedado con una limitación de la movilidad de un dedo, pérdida de agudeza visual y presenta un perjuicio estético por varias cicatrices en la cara, manos y piernas.
Los acusados golpearon también su coche, le rompieron las lunas y a continuación dejaron al agredido "malherido y solo en el interior del automóvil" pese a tratarse de un lugar poco frecuentado, aunque a las 23.32 horas uno de los acusados llamó al 091 y dio cuenta del estado en que se encontraba la víctima, lo que permitió su asistencia médica.
En el altercado hubo otros dos heridos, uno con fractura de olécranon y otro con herida contusa en cuero cabelludo que necesitó sutura, aunque no se ha determinado quien se las causó.

El fiscal imputa además a dos de los acusados delitos contra la administración de justicia, por los que pide 16 meses de cárcel y multa de 3.600 euros, porque uno de ellos, al enterarse de que la víctima les había identificado en el juzgado, le dijo: "Eres una maricona, ya te cogeré, te vas a enterar tú y tu familia, os vamos a matar".

Otro acusado llamó a la madre del lesionado y le dijo: "Te haremos una visita en unos días a tu casa y dile a tu hijo que le vamos a hacer la vida imposible, que sabemos donde vive y los coches que tiene, si sigue adelante con esto se va a arrepentir, os vamos a matar".

El juicio por estos hechos se va a desarrollar en las próximas semanas en la Audiencia de Sevilla, donde la Fiscalía pedirá para uno de los acusados un total de siete años de cárcel por los delitos de lesiones, riña tumultuaria y contra la administración de justicia, y para los demás condenas que oscilan entre los diez meses y cinco años y ocho meses de prisión

Los miembros del movimiento «Yo no pago», ayer en el metro de Callao


«Yo no pago», la nueva ofensiva del 15-M contra los recortes del Gobierno
El objetivo del movimiento que irrumpió ayer en Callao para colarse gratis en el metro es imponer en España «la acción directa y la desobediencia civil», como en Grecia. «El PPSOE hace todo lo posible por fomentar iniciativas como ésta», aseguran
ISRAEL VIANA ISRA_VIANA / MADRID
Día 16/01/2012 EFE

La Policía carga en Callao contra los integrantes de la protesta «Yo no pago»

La protesta convocada ayer por el movimiento «Yo no pago» en la Puerta del Sol, en la que fueron detenidos cuatro manifestantes, parece que va a ser tan sólo la primera de varias acciones llamadas a copar varias páginas en los diarios españoles. Es la nueva ofensiva del 15-M, últimamente con menos presencia en los medios, pero que se resiste a caer en el olvido.


EFE
Uno de los detenidos ayer del movimiento «Yo no pago»
La de ayer fue una convocatoria organizada a través de la red social Facebook, donde el movimiento «Yo no pago» ha abierto una página que, en poco tiempo, se ha colocado con casi 10.000 seguidores, y cuyo objetivo reconocido es «seguir los pasos del mismo movimiento ya existente en Grecia y que ha gozado de gran éxito y aceptación entre su población».

Según explican sus miembros en la página, el grupo gemelo griego, llamado «Den Plirono» (traducción de «Yo no pago»), surgió el año pasado a raíz de la subida del precio del transporte en el país en nada menos que un 40%.

Tal y como ocurrió ayer en la estación de Callao, en Madrid, el campo de acción de «Den Plirono» es el metro, pero también las estaciones de tren o las autopistas, «donde bloquean las máquinas de pago ante la permisividad de l@s emplead@s», como recuerdan en la página de Facebbok. Una acción que ayer podía haberse repetido de igual modo en Barcelona, Bilbao, Valencia o Sevilla, donde también estaban convocados para protestar «contra los recortes sociales» y las «subidas del precio del transporte», pero donde no acudió prácticamente nadie.

«Acción directa y desobediencia civil»
El objetivo del movimiento «Yo no pago» es que se impongan en España «la acción directa y la desobediencia civil» tal y como ha ocurrido en el país heleno. «A ver lo que tardamos en España en actuar (el PPSOE hace todo lo posible por fomentar iniciativas como ésta)», aseguran.


EFE
Luciendo carteles de «Yo no pago», ayer en Callao
Este movimiento elogia a los miembros del «Den Plirono» y como «llegan con sus banderas amarillas y bloquean las máquinas de pago. La respuesta de los empleados, en general, es dejarles hacer, pues también ellos sufren y les comprenden».

Y enumeran también en gran número de protestas que los griegos llevan a cabo contra los recortes, como las tres semanas que han estado sin recogida de basuras o los 22 días de huelga de taxis en agosto, en pleno periodo vacacional; o las pequeñas acciones de resistencia, contra la subida de la luz y «los vídeos colgados en Youtube que explican cómo manipular el contador o engancharse a la corriente» si no pagas la factura, así como «el CD que se ha enviado a cada centro con el material para que copien e impriman» gratuitamente los libros que ya no llegan a los colegios.

Viajando gratis
De momento, lo que buscan los miembros de «Yo no pago» en España es calar en la población tal y como ha ocurrido en Grecia, donde, según una encuesta elaborada por MRB, cuentan en Facebook, «más del 56% de los griegos aprueba esta forma de protesta» y, también según informa EFE, casi un 40% opta por viajar gratis en los autobuses y hasta un 15% en el resto de los medios de transporte.

De momento en España tan sólo han conseguido que unos cuando individuos se cuelen en el metro de Callao, provocando daños en algunas puertas abatibles, y que detuvieran cuatro de los manifestantes, acusados de resistencia y desobediencia a la autoridad.

Es probable que en los próximos días los volvamos a ver en Madrid… o en Barcelona, Bilbao, Valencia o Sevilla, donde ayer no se hicieron oír.

martes, 10 de enero de 2012

Aparecen pintadas firmadas por ultras béticos en el Pizjuán



A menos de dos semanas ya para el primer derbi de la temporada, en el Benito Villamarín en principio el sábado 21 de enero, los ánimos empiezan a caldearse desde un sector de las aficiones.

De hecho, este lunes el Ramón Sánchez Pizjuán ha amanecido con unas pintadas en varias puertas de su gol norte firmadas por los radicales del Real Betis (captadas vía @prendaSEV). Un hecho condenable que en cualquier caso no deja de ser habitual en estos casos.

El partido entre el Betis y el Sevilla vuelve a celebrarse casi tres años después del último, que se disputó el 8 de febrero de 2009.

domingo, 8 de enero de 2012

LA MARA


7 Enero 12 - - Ángel Sastre - San Salvador
LA RAZON
Aquí la “clica”–la pandilla– mata, para y controla», leemos en un muro de la Campanera, conocido también como el «Barrio Roto». En estas calles dos bandas, la Mara 18 y la Salvatrucha, libran una batalla a muerte que se extiende por todo El Salvador.

Durante la guerra civil muchos salvadoreños inmigraron a Los Ángeles en busca del sueño americano. La mayoría de ellos, sin oportunidades, quedaron excluidos en los barrios más marginales donde proliferaron las bandas en los años 80. Pronto pasaron a engrosar sus filas hasta que, en 1992, se firmaron los acuerdos de paz y miles de salvadoreños fueron deportados desde EE UU hasta El Salvador, exportando también sus métodos pandilleros.

La MS13 o mara Salvatrucha (nombre que se les da a los salvadoreños en EE UU), es una de las dos maras más potentes de El Salvador. También funciona como sucursal de la pandilla que lleva el mismo nombre en Los Ángeles, llamada así por la calle 13 de esta ciudad. Los miembros de la MS13 se cuentan por millares y se enfrentan por el territorio a los otros miembros de la otra gran mara de la ciudad, la M18. Con el paso de los años, los mareros se hicieron con el control de las calles, donde extorsionan, venden droga, atracan y asesinan.

Krusty es el «palabrero», líder, de la M18 en una zona de las afueras de San Salvador llamada Chalchualpa. Mientras serpenteamos por las empinadas calles, se comunica constantemente por teléfono con sus hombres para certificar qué zonas están «liberadas» de policías, militares y «bichos» (delincuentes comunes).

Finalmente optamos por el patio de su casa. Con el rostro tapado por un pañuelo rojo, confiesa sus pecados. «Todo pandillero se ha levantado alguna vez a las tres de la mañana con remordimiento de conciencia y no ha podido volver a conciliar el sueño pensando a cuántas criaturas dejó sin padre. No hemos sido inteligentes. La violencia se nos fue de las manos. Este negocio se puede llevar sin tanta sangre, sin hacer tanto ruido y salir todos los días en los diarios».

Krusty pone como ejemplo una granja que está montando con la ONG Homies Unidos. Con una mente empresarial y un poder de cálculo asombrosos, empieza a echar cuentas: «En dos años tendré miles de huevos circulando en el mercado». Sin embargo, admite, «todavía queda mucho para que abandonemos las calles por las gallinas».

Funeraria, un buen negocio
Otro negocio que baraja montar es una funeraria. «Sólo con los jóvenes que enterramos sería bien rentable, además podríamos enviar a algún “bicho” a ofrecer nuestros servicios a las pandillas rivales». Antes de irnos se «arma» un «cocopaz» –cigarro de marihuana mezclado con piedras de crack– y finaliza nuestra charla con cierto aire de nostalgia: «Ya no hay códigos, años atrás los chavales entraban a los 14, ahora algunos entran a los ocho. Estos cerotes –mierdas– están locos, sólo quieren aparentar y ser lo más respetados a base de matar».
Cuando coge a su hija en brazos, al ver su expresión de ternura, se nos olvida que ha matado a sangre fría y que, algunas veces, lo ha hecho con una crueldad inusitada hacia sus víctimas. Orgulloso de sus actos, la lágrima tatuada al borde del ojo es una reivindicación patente de ese acto.

En su destartalado y sucio jeep nos lleva a otra casa. Allí nos abandona ante una puerta de hierro que golpeamos tímidamente. A nuestro encuentro sale un marero sin camisa, con el rostro tapado por un pasamontañas azul y un pitbull amarrado con cadena. Pese al recibimiento, pronto nos hace pasar. En el interior nos esperan otros miembros de la 18 que Krusty reclutó para nuestra entrevista. Todos rozan la veintena.

Comienza el show: primero nos enseñan sus cicatrices de guerra, luego las armas y por último los tatuajes que marcarán a hierro sus destinos hasta el fin de sus días. «Sólo hay tres caminos: el hospital, el cementerio o la cárcel. Claro que vemos cómo muchos de nosotros acaban muertos, pero así es nuestro estilo de vida», asegura el más alto apodado «Risa Loca». «Antes era diferente, ahora nunca andamos en grupo ni a pie. Nos movemos en coche o en bicicleta para evitar ser acribillados o detenidos por la policía», dice.

Celdas para treinta
Las maras han sido fuertemente reprimidas durante los últimos gobiernos. Leyes inconstitucionales fueron promulgadas y permitieron el arresto arbitrario de miles de mareros, detenidos por «la cara», por sus tatuajes o simplemente por sus comportamientos peculiares.

A pesar de la represión policial, que muchas veces es totalmente arbitraria, ya que cae sobre todos los que llevan el «look» pandillero, los crímenes no cesan de aumentar y hoy los mareros están aprendiendo a diluirse en la masa, ya no se tatúan los signos de pertenencia y tampoco se visten de manera sugerente, todo lo que les convertía antes en dianas potenciales.

Es una estrategia para despistar a la policía y fundirse en el paisaje urbano. Por el contrario, el lenguaje gestual codificado que se expresa con manos y dedos no ha desaparecido. Hay otras tradiciones que prevalecen. Abandonar una pandilla no es fácil. Algunos, sin embargo, lo consiguen metiéndose en sectas religiosas. Estos son, por decirlo de alguna manera, indultados por sus compañeros de mara; los otros, se la juegan, porque renunciar es como renegar y eso se paga con la vida.

Para entrar en una mara hay que aceptar sus leyes y sus códigos particulares, también hay que matar, preferentemente a un miembro de la mara rival. El marero ha de ser fiel a su organización y a la jerarquía que la estructura; además del asesinato ritual, deberá pasar un rito iniciático que consiste, para la M18, en recibir una paliza: patadas y puñetazos, por todo el cuerpo, durante 18 segundos; sus mismos compañeros se encargarán de dársela.

El otro capítulo de esta guerra se vive en las prisiones. Las cárceles de El Salvador son una olla a presión, desbordadas por un número de internos que triplica su capacidad. Un ejemplo es La Esperanza, también conocida como lL Mariona, inicialmente construida para albergar a 800 presos y actualmente ocupada por casi 5.000 reos. La prisión fue el escenario del peor amotinamiento de la historia de El Salvador cuando en 2007 miembros de M18 asesinaron a 32 presos. Desde ese momento, los mareros están encerrados en prisiones según su pandilla.

Para entrar en La Mariona hay que armarse de paciencia. El primer registro corre a cuenta de cinco militares con el rostro cubierto. Los efectivos prefieren ocultar su identidad tras los últimos asesinatos organizados por teléfono desde el interior de las prisiones. Subimos una cuesta, llegamos al segundo control, éste ya a cargo de los custodios. Se abren las puertas de hierro. El patio interior alberga dos celdas. La de la izquierda es de presos comunes. La mayoría de ellos permanecen sentados, leyendo la Biblia o mirando al vacío. «Amigo, somos 26 en una celda donde apenas caben 10, además nos golpean», gritan desde el fondo.

En la celda de la derecha, 30 mareros de La Salvatrucha aguardan en similares condiciones. «Vamos a ser trasladados a otro penal con los nuestros», afirma uno de ellos sin un ojo, perdido dice en una trifulca. Seguimos caminado. El custodio nos acompaña hasta lo que ellos denominan «la frontera», la última puerta que conduce hacia el patio de presos ordinarios. «Le espero aquí», nos dice el funcionario de prisiones. «A partir de esta línea ellos son la ley, pero no te harán nada. No quieren problemas y hay francotiradores en el tejado».

O cambias o mueres
La puerta se cierra, quedamos en mitad de un patio atestado de presos. Ropa tendida, alguno reza de rodillas. Otros rapean a capela o levantan pesas improvisadas con bidones de agua.
Varios de ellos nos invitan a entrar en las celdas que ocupan los muros laterales. «Queremos que veas cómo vivimos, hacinados como ratas», exclaman. Algunos duermen en colchones en el suelo, otros colgados de hamacas en el techo. Las condiciones de higiene dejan mucho que desear.

En las prisiones de El Salvador los detenidos tienen derecho a mantener relaciones sexuales, sea con personas del exterior o con otros detenido/as, en lugares íntimos, y esto una vez al mes, o todos los quince días para los prisioneros modelos. La ley permite a las mujeres guardar a sus bebés si han nacido en la cárcel hasta que cumplan cinco años; pasada esa edad son remitidos a la familia de la madre o del padre.

Hay actividades que permiten la reinserción de los prisioneros, estos últimos pueden aprender a leer y escribir, también pueden aprender un oficio –Programa Yo Cambio– en los talleres de carpintería, producción de marcos y otras muchas actividades susceptibles de ayudarles a reintegrarse en la sociedad. Sin embargo, los medios puestos a disposición son escasos y los prisioneros tienen pocas posibilidades de vender el fruto de su trabajo en el exterior por falta de estructuras adecuadas.

La nueva Administración del presidente Mauricio Funes puso en marcha otro programa, denominado Corrupción Cero, con el que intenta limpiar las cárceles de drogas, armas y empezar a formar a los custodios. Además, tres nuevas prisiones están en fase de construcción.

¿Cuál es la solución? ¿Mano dura, cárceles o compresión? El problema de fondo es más complejo. La oligarquía salvadoreña acapara aún la mayoría de las riquezas del país mientras el pueblo vive en una pobreza estructural que afecta a más de la mitad de la población. En este escenario las maras son los hijos perdidos, furiosos y violentos, la expresión de esa injusticia. Abocados a la muerte o a la cárcel, los propios pandilleros se convierten en víctimas de esta historia sin final feliz.

No salir de pobre
La guerra entre pandillas fue retratada con dureza por el periodista español Cristhian Poveda, en su documental, «La vida loca». La película le costó la vida. Hace dos años, el fotógrafo fue asesinado supuestamente por los propios pandilleros de la 18. Uno de los protagonistas de este filme, Luis Romero, ex pandillero y miembro de la ONG Homies Unidos nos aclara: «La culpa es del sistema que no ofrece oportunidades a los jóvenes, saca el ejercito a las calles y sólo sabe implementar políticas de mano dura». Y agrega: «El pandillero es también una víctima utilizada por la propia policía, que los extorsiona para sacar tajada de las recaudaciones semanales de la mara. Los mareros sólo se dedican al narcomenudeo, los cárteles de la droga mexicanos nunca les dan grandes cargamentos. Un marero nunca saldrá de pobre